Referentes Clásicos

En este blog se publican los trabajos de los alumnos que cursan la asignatura Referentes clásicos de las manifestaciones culturales modernas en el IES Misteri d'Elx durante el curso 2014-15

jueves, 25 de febrero de 2016

Curiosidad (I parte)

Abrir los ojos. Eso fue lo primero que hizo Pandora al nacer, tras ser modelada por Hefesto. Ante ella se encontraban dos mujeres, o mejor dicho, ella estaba ante las dos diosas. Intimidaban terriblemente a la joven, desprendiendo un poder y una energía que no era comparable a nada que Pandora hubiese conocido con anterioridad. Aunque había que resaltar que apenas llevaba viva unos instantes, lo que hacía que aquel mérito no fuese tal. Pero, a pesar de todo, la presencia de Afrodita y Atenea resultaba sobrecogedora.

Con un inexistente sentido del pudor permaneció sin ropaje alguno ante ellas, sosteniendo alternativamente sus miradas, hasta que la más bella de las dos se acercó. Sus movimientos alcanzaban en desenvoltura al más elegante felino y superaban en gracia al más bello de los cisnes, hecho que impresionó a Pandora, que permaneció inmóvil en el sitio, como una bella escultura.
Afrodita le miró de arriba a abajo con una ceja enarcada, y recorrió las caderas de la joven con sendas manos, de forma suave. Un escalofrío recorrió a Pandora, desconociendo que aquella caricia por parte de la diosa le había otorgado una gracia y sensualidad que, sumados a su aspecto, la convertía en uno de los seres más bellos del cosmos.

La diosa de la belleza se retiró, y fue Atenea quién dio un paso al frente. Al contrario que la anterior deidad, ella no desprendía erotismo o concupiscencia alguna, sino que rebosaba fuerza e inteligencia. La expresión de su rostro era más enigmática que el de La Gioconda, que sería creada siglos después de aquel encuentro divino.

La diosa de las artes se acercó a Pandora y rozó su sien con las yemas de sus dedos, que se le antojaron fríos. La doncella aprendió en unos segundos el dominio de las artes relacionadas con el telar, gracias a ese leve roce. Después de aquello, las tres Gracias y las Horas (la joven desconocía cuando habían aparecido, pues se había quedado absorta con la presencia de la diosa) junto con Atenea, la adornaron con diversos atavíos. 


Pandora acarició la tela de su nueva vestimenta, sintiendo el suave tacto entre sus dedos. Se preguntaba de qué material estaría fabricada y quién lo habría tejido. Tan inmersa estaba en esa simple labor que no vio acercarse al heraldo de los dioses, a aquel joven dios patrón de los pastores y los oradores, pero también de la astucia de los ladrones y del arte de la mentira. Acercándose a ella y sin demasiados miramientos, apoyó una mano sobre el corazón de la joven y otra sobre su frente. El contacto, tal como había sucedido anteriormente con las dos deidades, apenas duró unos segundos. Sin embargo, Pandora obtuvo mentiras y seducción en su ánimo, además de un carácter inconstante. 

Después de ser dotada con estos dones (tanto positivos como negativos) fue llevada ante Zeus. El poder que emanaba de los dioses anteriores no era comparable al del dios de los cielos, que poseía un poder colosal, exorbitante e incomparable. Pandora sintió deseos de desaparecer del lugar para no ser observada por él, pero en lugar de mostrarse cohibida o retraída hizo justo lo contrario. Haciendo uso de la gracia otorgada por Afrodita, convenció a Zeus que estaba lista para la tarea que le habían designado: conquistar a Epimeteo. Así fue como Pandora fue entregada al titán. Para no desencadenar la ira de Zeus, Epimeteo la aceptó como presente.

1 comentario:

  1. Soy una gran admiradora suya y de su modo de escribir. De nuevo me encanta su relato y estoy deseando continuar con la segunda parte.Saludos.

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